domingo, 27 de noviembre de 2011

C.1 Parte 2

Capítulo 1. 



Tras varios minutos de silencio por parte de Morfeo resoplé indignada y totalmente agitada, no soportaba que no hiciera comentario alguno.
-¿Piensas comentar algo?- Dije finalmente procurando mantener la calma para que no volviera a comportarse de forma arrogante, bastante daño me habían causado ya sus comentarios. Sin embargo, aunque por respuesta solo tuve el silencio, seguí empeñada en mantener la calma y no empezar a gritar como un a histérica a mi impasible amigo.
Me senté a la espera de una respuesta que nunca llegaba. Estaba con los nervios a flor de piel.
-¿Morfeo? ¿Estás ahí? -Era la primer a vez en mi vida que me negaba la palabra y no podía soportarlo, pese a lo enfadada que estaba con él, necesitaba que me respondiera.
-¡Venga, Morfeo! ¡Di algo, habla, quéjate de lo desagradable que es Leo! ¡Lo que sea!-Exclamé ya desesperada, estaba asustada y perdida en alguna parte de un paisaje difuso. Nunca me había sentido tan confusa y sola.
-¡Morfeo! ¡No puedes hacerme esto! ¿Qué he hecho yo para que desaparezcas? ¡No hay derecho!- Grité mientras lágrimas amargas surcaban por mis mejillas, que habían palidecido de puro pánico.
-Lo mejor sería que dejara de hacerte esto.- Susurró por fin el chico, más para si mismo que para mi.
-¿A qué te refieres?-Le pregunté tras un largo suspiro de alivio.
De pronto en el suelo pude distinguir una suave sombra grisácea, seguida de un alto muchacho de tez blanca como la nieve, y de aspecto suave como la seda, cubierto por una extraña túnica blanca y los pies descalzos. Mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando el joven abrió los brazos y su mirada verde pálida se posó sobre mi, totalmente abatida.
-Lo siento muchísimo, Iris.-Murmuró esa voz melodiosa que tan bien conocía.
Abrí la boca varias veces, intentando recuperar el aire que había perdido al olvidarme totalmente de respirar y me agazapé en una esquina en las sombras, totalmente paralizada.
-Tú...tú...No eres...No puedes ser una persona...-Tartamudeé torpemente.-Eres una alucinación, una alucinación más.-Dije sonando totalmente majareta mientras me masajeaba las sienes intentando recomponerme bajo la triste mirada de aquel supuesto Morfeo.
-Fui tan humano como tú Iris, sólo que hace mucho tiempo.-Añadió, y bajando la mirada arrepentido continuó hablando.-Esto era totalmente ilegal para mi, pero tú eras...Necesitaba verte una vez más, y cuando conseguí comunicarme así, sólo debía ser tu conciencia, alguien que te siguiera, pero no pude evitar sentirme...
-Basta.-Le corté.- ¡Basta! No quiero seguir escuchándote, ¿por qué nunca te mostraste? ¿Por qué nunca me diste alguna razón para no pensar que estoy loca? Claro, que ahora lo creo más todavía, estoy poniendo aspecto a las voces de una alucinación, seguro que es señar de que va a empeorar la cosa...
-No soy ninguna alucinación Iris.-Intentó explicarme inútilmente con el dolor reflejado en el rostro, como si el mero hecho de recordar le causara un daño físico insoportable.- Yo fui una persona, no me has inventado, para nada.
-Ya, ya seguro que todas las alucinaciones como tú dicen lo mismo.- Le espeté tajante, estaba demasiado dolida como para tener tacto con él, y aunque no podía evitar sentir cierta curiosidad sobre mi extraño compañero, la reprimí totalmente. Deseaba con todas mis fuerzas que se marchara, que el sueño terminara y ver mi despertador digital marcando las 6:45.
Dolido y frustrado, Morfeo obedeció mi orden y desapareció siguiendo mis deseos al pie de la letra, y la conversación sólo quedó como los retazos de un agotador sueño como otro cualquiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En brazos de Morfeo/Maribel Martínez Serra