lunes, 28 de noviembre de 2011

C.2 Parte 1

Capítulo 2.


No podría contarle todavía a Leo nada sobre Morfeo, si es que en algún momento pensaba revelárselo. La única persona a la que estaba segura que podría recurrir era a Luán, una muchacha alta y espigada, con pequeños ojos de ratón color miel, que presumía de ser médium; si realmente ella creía en esas cosas, es probable que no me tomara por esquizofrénica si le contaba mis alucinaciones. Desde niñas ella había dicho muchas veces, la gran mayoría demasiadas verdades, haciéndome sudar y provocándome unas ganas irrefrenables de estrangularla para hacerla callar, que yo poseía alguna especie de don, espíritu especial o un alma pura, que estaba infectada por algún tipo de espectro o espíritu de un traidor.
Era la primera vez que creía en sus palabras, sin embargo ¿aquello significaba que Morfeo, mi íntimo amigo y compañero, era un traidor? ¿Un alma perdida y maligna?
Él muchas veces me había dicho desde niña lo mucho que me apreciaba, ¿sería cierto? ¿o simplemente me utilizaba con algún fin malévolo? En aquellas películas de Thriller que tanto le gustaban a Damen siempre sale algo así, un acosador sobrenatural que busca sangre de una virgen, o rituales con exorcismos...Prefería no pensar en ello.
Caminando por los lugares menos transitados del instituto la encontré en el final de un pasillo, que como única salida tenía el armario de las escobas, que ya nadie usaba. Lo había convertido en una especie de rincón personal, que sólo los fanáticos de lo sobrenatural y demás locuras visitaban. A diferencia de las desnudas y blanquecinas paredes de todo el instituto, las de esta zona estaban recubiertas con posters y extraños símbolos en tinta negra, y la bombilla del techo había sido fundida intencionadamente y sustituida por pequeñas LED de color púrpura, colocadas en el suelo, para darle un aspecto más lúgubre y tenebroso.
-¿Luán?-Pregunté con desconfianza a la penumbra del pasillo.
-Veo que por fin te has atrevido a enfrentarte a tu destino pequeña mortal, enséñame tu mano y responderé lo que quieres saber.- Me respondió ella enigmáticamente, pero con un fondo cansado, como si le aburriera repetir lo mismo cada vez.
-Soy Iris, te puedes ahorrar ese rollito de médium y hablarme en cristiano.- Le espeté con cara de pocos amigos.
-¡Ah!- Exclamó sorprendida.- Iris Dalarás entonces, si no me equivoco, ¿cierto? Pasa, pasa .- Continuó afablemente mientras se levantaba y abría la cortinilla decorada con cuentas trasparentes que  había tras ella.- No esperaba visita como la tuya y tengo el despacho este hecho un desastre, pero supongo que a ti eso te da igual.
-Sí, no he venido precisamente a hacerte compañía Luán.- Le dije mientras cruzaba al otro tramo de pasillo que había transformado en su despacho personal, que por cierto sí que estaba hecho una porquería, tenía pilas de cajas de fideos chinos y latas de refresco vacías en un rincón, estaba claro que las señoras de la limpieza eran suficientemente supersticiosas como para no poner un pie en esta zona del instituto desde la última vez que Luán maldijo a una de ellas y esta fue despedida inmediatamente, ¿casualidad o maleficio? Era la norma de esta extraña muchacha para todas las cosas que ella hacía.

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En brazos de Morfeo/Maribel Martínez Serra