sábado, 28 de enero de 2012

C.3 Parte 1

Capítulo 3.


Cuando cayó la noche podía ver la luna en la lejanía, y los murciélagos revoloteaban acompañados por el canto de un solitario búho bajo un cielo de estrellas escaso. Tras los muros ninguna sombra, tras el silencio ningún sonido. La propia respiración de la muchacha denotaba que no debía de estar el aquel lugar, sin embargo allí estaba, perturbando la quietud de un antiguo poblado en ruinas, dormida en el frío suelo pedregoso. Era ella, aquella que tantos habían observado durante tanto tiempo, tan indefensa e incauta, ¿cómo podía descansar plácidamente en un lugar como aquel, sabiendo lo que se avecinaba? O quizás, no sabía la verdad sobre el misterio, podría ser que ni si quiera supiera de la existencia de este, mas Ellas sí la sabían.
-Deberíamos despertarla y terminar ya con el trabajo.- Se quejó una joven con voz autoritaria.
-Tal vez deberíamos terminar el trabajo mientras aun esté dormida.- Dijo una segunda en un susurro amenazador.
-No creo que debamos terminar aun nada, y menos aun con nadie. Sobretodo aquí, sabéis que es lugar vetado para nosotras tres.-Contestó una última mientras se retiraba de su escondrijo dispuesta a marcharse.
-¡Espera, Heila!-Exclamó una de ellas.- No puedes irte así sin más, tenemos...
-¡Deja de decirme lo que debemos o no de hacer, recuerda quien es la mayor aquí! ¡Por mucho que Zeus hiciera que tú transmmitieras el mensaje al resto no significa que seas la que siempre tenga que controlar las cosas! Eres demasiado niña para los milenios de edad que tienes.- Espetó Heila a su hermana mayor, mientras batía las alas para alzar el vuelo.
-Siempre está tán a la defensiva y exasperante...-Murmuró la muchacha que había causado el revuelo.- Ni que tuviera yo la culpa de tener que cargar con esta criatura.- Y diciendo esto la hermana mediana desapareció en la oscuridad como una bala, dejando una estela de luz divina.
La tercera, y más pequeña de ellas, se aproximó a una dormida e indefensa Iris. 
Morfeo había jurado ante las tres arpías divinas que no volvería a acercarse a la muchahca una vez se hubiese mostrado; aquel día había llegado, era hora de que Ellas actuaran como era devido. 
-Por fín ha llegado el día de que nos volvamos a reunir todas juntas, hermana mía.- Susurró Kamura junto al oido de la joven dormida y, segundos después, cuando los párpados de Iris temblaron para despertar de su sueño, la última de las arpías había desaparecido como las cenizas llevadas por el viento.

domingo, 18 de diciembre de 2011

C.2 Parte 2

Capítulo 2.



-Al final va a ser cierto lo que se rumoreaba, aquella asistenta a la que despidieron realmente tenía una maldición tuya, y por eso ninguna de sus compañeras ha vuelto a pasar por aquí, ¿no?- Le dije con tono de reproche mientras chutaba una lata de Coca-cola light llena de colillas.- ¿Fumas?- Le pregunté elevando la mirada hacia sus ojos de ratoncillo.
-¿Yo?- Dijo ella divertida.- Que va, que va, eso es de un amigo que se pasa por aquí de vez en cuando, yo siempre le digo que lo deje, los misterios de  la vida son demasiado bellos  como para acortarla de forma tan tonta y perdértelos, ¿no crees?.
-Puede ser.- Le contesté poniendo los ojos en blanco ante su extravagante respuesta, lo que hizo que la extraña muchacha a la que había ido a visitar  comenzara a reír sin parar llevándose las manos al estómago,  que llevaba al descubierto y con una extraña espiral tatuada al rededor del ombligo.
-Intuyo que has venido por algo en concreto.- Dijo Luán poniéndose de pronto muy seria mientras tomaba asiento en una silla de oficina tras un gran escritorio de madera pintada de blanco y extraños símbolos casi imperceptibles en gris.
-Sí, podría decirse que sí.- Respondí con cautela mientras me sentaba en una silla de plástico en frente su escritorio.- Creo que eres de las pocas personas que creería lo que tengo intención de contarte, porque mis padre o cualquier amigo me habían enviado derechita a un psicólogo.- Continué incómoda, intentando ponerle un poco de sarcasmo al asunto para disimularlo.
-Soy toda oidos.- Me contestó mientras apoyaba la barbilla sobre los antebrazos y dirigía su mirada al vacío, dispuesta a escuchar el largo relato que se avecinaba, que daba la sensación de que ya conocía.
Le relaté mi peculiar historia con peros y señales, desde que era niña hasta ahora; Morfeo, sus palabras de consuelo, de amistad, cómo me había tratado siempre, como un padre a su hija predilecta, y sobretodo le conté con todo detalle mi último sueño : El tema de Leo, Morfeo enfadado y atemorizado a la par,  su reacción extraña, la aparición, mi incomprensible pánico, que ahora fríamente no entendía por qué lo había sufrido, la soledad que había caído sobre mi como una pesada losa, y la extraña sensación de sentirme traicionada , y a la vez que yo traicionaba los principios de algo al ver su rostro, o peor aun, a alguien. Cuando Luán, totalmente sorprendida, fue a hablar,  la campana del instituto resonó por los pasillos indicando el final del almuerzo y el comienzo del segundo turno de clases.
-Tengo que irme.- Dijo de pronto la misteriosa muchacha levantándose de golpe, haciendo tintinear las cuentas que llevaba en las rastas de la nuca, y cabizbaja y pensativa se escabulló hacia el lavabo de hombres, el más cercano, quitándome cualquier oportunidad de preguntarle nada. Así que zanjada nuestra extraña conversación, o más bien monólogo, ya que sólo hablaba yo  la gran mayoría del tiempo lo últimos diez minutos, me levanté y estiré las piernas que tenía ya entumecidas e imité a Luán, totalmente arrepentida de haber estado ahí con la extraña adolescente médium, a clase de literatura con mi mochila desgastada color burdeos al hombro y una losa todavía más grande que antes sobre la espalda.

lunes, 28 de noviembre de 2011

C.2 Parte 1

Capítulo 2.


No podría contarle todavía a Leo nada sobre Morfeo, si es que en algún momento pensaba revelárselo. La única persona a la que estaba segura que podría recurrir era a Luán, una muchacha alta y espigada, con pequeños ojos de ratón color miel, que presumía de ser médium; si realmente ella creía en esas cosas, es probable que no me tomara por esquizofrénica si le contaba mis alucinaciones. Desde niñas ella había dicho muchas veces, la gran mayoría demasiadas verdades, haciéndome sudar y provocándome unas ganas irrefrenables de estrangularla para hacerla callar, que yo poseía alguna especie de don, espíritu especial o un alma pura, que estaba infectada por algún tipo de espectro o espíritu de un traidor.
Era la primera vez que creía en sus palabras, sin embargo ¿aquello significaba que Morfeo, mi íntimo amigo y compañero, era un traidor? ¿Un alma perdida y maligna?
Él muchas veces me había dicho desde niña lo mucho que me apreciaba, ¿sería cierto? ¿o simplemente me utilizaba con algún fin malévolo? En aquellas películas de Thriller que tanto le gustaban a Damen siempre sale algo así, un acosador sobrenatural que busca sangre de una virgen, o rituales con exorcismos...Prefería no pensar en ello.
Caminando por los lugares menos transitados del instituto la encontré en el final de un pasillo, que como única salida tenía el armario de las escobas, que ya nadie usaba. Lo había convertido en una especie de rincón personal, que sólo los fanáticos de lo sobrenatural y demás locuras visitaban. A diferencia de las desnudas y blanquecinas paredes de todo el instituto, las de esta zona estaban recubiertas con posters y extraños símbolos en tinta negra, y la bombilla del techo había sido fundida intencionadamente y sustituida por pequeñas LED de color púrpura, colocadas en el suelo, para darle un aspecto más lúgubre y tenebroso.
-¿Luán?-Pregunté con desconfianza a la penumbra del pasillo.
-Veo que por fin te has atrevido a enfrentarte a tu destino pequeña mortal, enséñame tu mano y responderé lo que quieres saber.- Me respondió ella enigmáticamente, pero con un fondo cansado, como si le aburriera repetir lo mismo cada vez.
-Soy Iris, te puedes ahorrar ese rollito de médium y hablarme en cristiano.- Le espeté con cara de pocos amigos.
-¡Ah!- Exclamó sorprendida.- Iris Dalarás entonces, si no me equivoco, ¿cierto? Pasa, pasa .- Continuó afablemente mientras se levantaba y abría la cortinilla decorada con cuentas trasparentes que  había tras ella.- No esperaba visita como la tuya y tengo el despacho este hecho un desastre, pero supongo que a ti eso te da igual.
-Sí, no he venido precisamente a hacerte compañía Luán.- Le dije mientras cruzaba al otro tramo de pasillo que había transformado en su despacho personal, que por cierto sí que estaba hecho una porquería, tenía pilas de cajas de fideos chinos y latas de refresco vacías en un rincón, estaba claro que las señoras de la limpieza eran suficientemente supersticiosas como para no poner un pie en esta zona del instituto desde la última vez que Luán maldijo a una de ellas y esta fue despedida inmediatamente, ¿casualidad o maleficio? Era la norma de esta extraña muchacha para todas las cosas que ella hacía.

domingo, 27 de noviembre de 2011

C.1 Parte 2

Capítulo 1. 



Tras varios minutos de silencio por parte de Morfeo resoplé indignada y totalmente agitada, no soportaba que no hiciera comentario alguno.
-¿Piensas comentar algo?- Dije finalmente procurando mantener la calma para que no volviera a comportarse de forma arrogante, bastante daño me habían causado ya sus comentarios. Sin embargo, aunque por respuesta solo tuve el silencio, seguí empeñada en mantener la calma y no empezar a gritar como un a histérica a mi impasible amigo.
Me senté a la espera de una respuesta que nunca llegaba. Estaba con los nervios a flor de piel.
-¿Morfeo? ¿Estás ahí? -Era la primer a vez en mi vida que me negaba la palabra y no podía soportarlo, pese a lo enfadada que estaba con él, necesitaba que me respondiera.
-¡Venga, Morfeo! ¡Di algo, habla, quéjate de lo desagradable que es Leo! ¡Lo que sea!-Exclamé ya desesperada, estaba asustada y perdida en alguna parte de un paisaje difuso. Nunca me había sentido tan confusa y sola.
-¡Morfeo! ¡No puedes hacerme esto! ¿Qué he hecho yo para que desaparezcas? ¡No hay derecho!- Grité mientras lágrimas amargas surcaban por mis mejillas, que habían palidecido de puro pánico.
-Lo mejor sería que dejara de hacerte esto.- Susurró por fin el chico, más para si mismo que para mi.
-¿A qué te refieres?-Le pregunté tras un largo suspiro de alivio.
De pronto en el suelo pude distinguir una suave sombra grisácea, seguida de un alto muchacho de tez blanca como la nieve, y de aspecto suave como la seda, cubierto por una extraña túnica blanca y los pies descalzos. Mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando el joven abrió los brazos y su mirada verde pálida se posó sobre mi, totalmente abatida.
-Lo siento muchísimo, Iris.-Murmuró esa voz melodiosa que tan bien conocía.
Abrí la boca varias veces, intentando recuperar el aire que había perdido al olvidarme totalmente de respirar y me agazapé en una esquina en las sombras, totalmente paralizada.
-Tú...tú...No eres...No puedes ser una persona...-Tartamudeé torpemente.-Eres una alucinación, una alucinación más.-Dije sonando totalmente majareta mientras me masajeaba las sienes intentando recomponerme bajo la triste mirada de aquel supuesto Morfeo.
-Fui tan humano como tú Iris, sólo que hace mucho tiempo.-Añadió, y bajando la mirada arrepentido continuó hablando.-Esto era totalmente ilegal para mi, pero tú eras...Necesitaba verte una vez más, y cuando conseguí comunicarme así, sólo debía ser tu conciencia, alguien que te siguiera, pero no pude evitar sentirme...
-Basta.-Le corté.- ¡Basta! No quiero seguir escuchándote, ¿por qué nunca te mostraste? ¿Por qué nunca me diste alguna razón para no pensar que estoy loca? Claro, que ahora lo creo más todavía, estoy poniendo aspecto a las voces de una alucinación, seguro que es señar de que va a empeorar la cosa...
-No soy ninguna alucinación Iris.-Intentó explicarme inútilmente con el dolor reflejado en el rostro, como si el mero hecho de recordar le causara un daño físico insoportable.- Yo fui una persona, no me has inventado, para nada.
-Ya, ya seguro que todas las alucinaciones como tú dicen lo mismo.- Le espeté tajante, estaba demasiado dolida como para tener tacto con él, y aunque no podía evitar sentir cierta curiosidad sobre mi extraño compañero, la reprimí totalmente. Deseaba con todas mis fuerzas que se marchara, que el sueño terminara y ver mi despertador digital marcando las 6:45.
Dolido y frustrado, Morfeo obedeció mi orden y desapareció siguiendo mis deseos al pie de la letra, y la conversación sólo quedó como los retazos de un agotador sueño como otro cualquiera.

sábado, 26 de noviembre de 2011

C.1 Parte 1


Capítulo 1. 

-¡Eh, preciosa!- Me dijo Leo tendiéndome una mano para que saliera del coche de mi hermano nada mas abrí la puerta del Volvo.
-Buenos días Leo...- Respondí bajando la mirada hacia los desgastados zapatos avergonzada, a la par que observaba de reojo a Damen poner los ojos en blanco y las manos sobre el volante.
-Bueno, preciosa- Dijo enfatizando la palabra con un toque de escepticismo.- Te vengo a buscar aquí mismo a las...
-Dos menos cuarto.- Respondí yo cortándole deseando que arrancara de nuevo el motor y saliera escopeteado hacia el trabajo junto con sus irónicos comentarios sobre mi nuevo novio.
Mi hermano dirigió una última mirada de advertencia a Leo y arrancó el coche desapareciendo trás la rotonda. Suspiré aliviada y dejé que Leo rodeara mis hombros con su brazo.
-¿Algún día le caeré bien a tu hermano? Preguntó un tanto preocupado.
-Claro que sí, solo está celoso.- Le dije echando una última ojeada hacia la carretera.- Piensa que me ha tenido toda para él durante 17 años. - Continué desviando la mirada hacia sus ojos negros con una sincera sonrisa en los labios.
Nos dirigimos a las puertas del instituto charlando animadamente, pero en mi interior mantenía la duda constante de confesarme realmente a Leo. Las palabras acusantes de Morfeo rondaban por mi mente desde la noche anterior cuando por fin le conté que había empezado a salir con Lionel Lerotti, me sorprendió escucharlo tan enfadado, le buscó mil y un defectos de las pocas cosas que me había dado tiempo a contarle poco antes de que su ira estallara de esa forma.
-¡No puedo creer que estés con ese Lerotti! Dijo acusante la voz, su tono generalmente melódico y agradable había desaparecido.
-¿Pero qué te pasa? ¡Siempre me has apoyado en mis elecciones! Repliqué indignada
-En esta no puedo. ¡Simplemente no puedo! No me lo creo, tú y ese chico...Es totalmente desagradable. Murmuró de forma arrogante.
-¿Desagradable?.- Se me escapó una carcajada gélida mientras un montón de sentimientos se apiñaban en mi pecho, deseosos de salir hacia fuera y estallar como una bomba de relojería.- ¿Precisamente tú me dices que imaginártelo es desagradable? ¡Que te traten de lunática es desagradable!- Grité al borde del llanto.- ¡Tener flashes extraños de imágenes en mitad de la calle y escuchar voces constantemente es desagradable!
-Iris...-Susurró Morfeo preocupado.-Yo nunca que querido que tu...que te hicieran algo así...
-¿Y qué pensabas que harían? ¿Que mis padres aceptaran que su hija estaba cuerda antes del accidente de mi madre?.- Exclamé realmente enfadada.-¿Que mi padre, ya fuera de sus caudales, comprendiera mi situación y me entendiera? ¿Que me ayudara mi hermano, demasiado ocupado en su testosterona adolescente, cuando a los 10 años tuve la mayor alucinación de mi vida, en público, y pasé el resto de primaria como "la loca de Iris"?.- Conforme despotricaba fui subiendo decibelios hasta terminar tosiendo de forma ruidosa por haber forzado la voz. Qué sueños más reales podía llegar a tener.
Morfeo había callado hacía tiempo, no sabía si había dejado de escucharme y hablaba sola o simplemente me estaba ignorado por pura conveniencia, tampoco sabía cuan egoísta podía llegar a ser mi "conciencia" en este sueño.

viernes, 25 de noviembre de 2011

prólogo


Prólogo

Iris Dalarás, nacida en Europa, vive junto a su pequeña familia formada por dos personas en una preciosa villa situada un remoto valle de algún misterioso condado del mundo...
La muchacha se dejó caer sobre su nuevo cubrecama con el ordenador portátil aun sobre sus piernas, desistiendo del intento de que su trabajo de final de curso sonara al menos un ápice interesante. La villa preciosa en la que vivía Iris estaba situada en el pueblo de Sparta, y éste a su vez en el poco misterioso condado de Alleghany (Carolina del Norte).
Todo el mundo la consideraba estudiante modelo, hija modelo, novia modelo... Lo único que ella se consideraba era una mentirosa modelo.
Ocultaba a todo el que conocía que sufría alucinaciones a diario, que cerraba la puerta de su habitación cada noche desde niña soportando a solas el pánico que le causaban sus pesadillas para que, ya entrada la noche, nadie escuchara sus constantes conversaciones con un ser que no tenía demasiado claro qué o quién era. Se hacía llamar Morfeo, y solía escuchar su voz, sus consejos, sus anhelos.
A Morfeo le había confesado sus mayores temores y sus apreciados recuerdos, sus más allegados sentimientos... Pero para ella siempre había sido una melodiosa y tranquila voz, una agradable conciencia en mitad de un paisaje antiguo que nunca había conseguido recordar por mucho que le saliera humo por las orejas cada vez que lo intentaba. Había llegado a ignorar a Morfeo, a achacarlo como un "amigo imaginario" ya demasiado duradero para sus 17 años, a acusarlo directamente como el producto de la alucinación de una muchacha perturbada, con alguna enfermedad psicológica.
Jamás había visto el aspecto de su curioso amigo nocturno, por supuesto no hasta aquella noche.

jueves, 24 de noviembre de 2011

sinopsis

Sinopsis

Iris Dalarás es una muchacha perfectamente normal, tiene una familia, un novio, unas amigas y un secreto escondido: Morfeo.
Morfeo es la voz que ha acompañado, aconsejado y cuidado a Iris en sus sueños de desde su nacimiento, pero no solo en sus sueños ocurren cosas extrañas, cada vez con más frecuencia, nuestra protagonista sufre alucinaciones en las que fríos espectros la acompañan seguidos de sus tenebrosos susurros. ¿Tendrá algo que ver Morfeo en ello? 
Desde que Iris tiene una relación amorosa con Lionel, Morfeo se ha comportado de una forma muy extraña, una mezcla entre un curioso egoísmo y  un estremecedor miedo, que constantemente hace temblar su melodiosa voz masculina. ¿Serán tal vez celos?
Quizás Iris deba elegir ¿Deseará seguir con su aparentemente perfecta vida o enfrentarse a sus espectros por fin, y con ello averiguar el enigma que se esconde tras su misterioso acompañante?
Todo se averiguará entre los brazos de Morfeo.